17 Mayıs 2016 Salı

Introduccion: Los Causantes Del Dolor En El Siglo Xx

Introduccion:
Los Causantes Del Dolor En El Siglo Xx

El siglo XX, que recién dejamos atrás, fue un siglo de guerras y conflictos que condujeron a sufrimientos, desastres, violaciones, pobreza y enormes destrucciones. Millones de personas fueron asesinadas, masacradas, abandonadas al hambre y a la muerte, desprovistas de viviendas, refugios, protección o apoyo. Y todo ello para nada, pues fue hecho en el nombre de ideologías descarriadas. Millones de personas quedaron expuestas a un trato inhumano que ni siquiera es admisible en los animales. Prácticamente, en todas las ocasiones esos sufrimientos y desastres llevaron las firmas de los déspotas y asesinos involucrados: Stalin, Lenin, Trotsky, Mao, Pol Pot, Hitler, Mussolini, Franco… En tanto que algunos de estos hombres tenían en común una ideología, otros eran enemigos mortales. Por la sola razón de que profesaban ideologías opuestas, llevaron a un conjunto de sociedades a conflictos que enfrentaron a hermanos entre sí, lo que dio lugar a guerras, actos de terrorismo, combates y destrucción de vehículos, casas y negocios, así como a sediciones. Al tener armas en sus manos, las usaron impiadosamente contra jóvenes, ancianos, mujeres y niños, baleándolos cuando atacaban o fusilándolos… Fueron lo suficientemente brutales como para apoyar el arma en la cabeza de una persona y dispararle mientras le miraban a los ojos o aplastarle la cabeza con los pies, solamente porque se trataba de alguien que sostenía ideas distintas. Por otra parte, ancianos, mujeres y niños se veían expulsados de sus viviendas…
Este es un brevísimo resumen de las pesadillas soportadas en el siglo XX: personas que sostenían ideas conflictivas arrojaron a la humanidad al sufrimiento y al derramamiento de sangre en nombre de las ideologías a las que adherían.
El fascismo y el comunismo estuvieron a la cabeza de las ideologías que provocaron a la humanidad el sufrimiento de esos días oscuros. Se consideraba que eran enemigos entre ellos pues se intentaban destruir uno al otro. Pero, en realidad, ambas ideologías se nutrieron de la misma fuente, lo cual les permitió, en su momento, fortalecerse y ganar gente para las respectivas posiciones. A primera vista esa fuente ha pasado siempre desapercibida, entre bastidores, y siempre ha exhibido el rostro de »inocente«. Esa fuente es la filosofía materialista y el DARWINISMO, expresión de dicha filosofía en el campo de la naturaleza.
El darwinismo apareció en el siglo XIX como el relanzamiento, por parte del biólogo aficionado Charles Darwin, de un mito que se remonta a los Sumerios y a la Grecia Antigua. Desde entonces constituyó la idea fundamental que sirvió de base a las ideologías perniciosas para la humanidad. Y el uso de una máscara supuestamente científica posibilitó a esas ideologías y a sus sostenedores la implementación de medidas prácticas para ganarse una falsa legitimidad, la cual le permitió a la teoría de la evolución pasar rápidamente del campo de la biología y de la paleontología al de las relaciones humanas e influenciar la vida social y política. Algunas corrientes de pensamiento que empezaron a movilizarse y tomar forma en el siglo XIX, dieron un gran apoyo al darwinismo puesto que ciertos supuestos de éste justificaban sus posiciones. En particular, se intentó aplicar a la conducta y comportamiento humano la idea de que entre las criaturas vivas en la naturaleza hay una »lucha por la supervivencia«, motivo por el cual »los fuertes sobreviven y los débiles desaparecen«. Cuando el supuesto darwiniano de que la naturaleza era un lugar de lucha y conflicto empezó a ser aplicado a los seres humanos y a las sociedades, encontraron distintos tipos de justificaciones la desviación de Hitler en su intento por conseguir una »raza pura«, la suposición de Marx de que »la historia de la humanidad es la historia de las luchas de clases«, la estipulación del capitalismo de que »el fuerte aumenta su fortaleza a expensas del débil«, la colonización del Tercer Mundo y el trato inhumano y tortuoso de sus habitantes por parte de naciones imperialistas como Gran Bretaña y los ataques y discriminaciones racistas que aún enfrenta la gente de color.
Si bien Robert Wright, el autor de La Moral Animal, es evolucionista, resume los desastres históricos a los que llevó la teoría de la evolución:
»La teoría evolucionista, después de todo, posee una historia larga y sórdida aplicada a los asuntos humanos. Después de mezclarse con la filosofía política a la vuelta del siglo para dar lugar a una ideología incierta conocida como ‘darwinismo social’, ayudó a los racistas, a los fascistas y a la mayoría de los desalmados capitalistas«1.
Como se verá en las evidencias que presenta este libro, el darwinismo no es una teoría que intenta explicar el origen de la vida circunscribiéndose al campo de las ciencias exactas. El darwinismo es un dogma defendido aún obstinadamente por los sostenedores de ciertas ideologías, a pesar de que se demostró totalmente inválido desde el punto de vista científico. Actualmente muchos investigadores, políticos e ideólogos, conscientes o no del feo rostro del darwinismo, siguen prestando su apoyo a este dogma.
Si todos fuesen conscientes de que la teoría de la evolución —la cual actúa como inspiradora de dictadores crueles, inhumanos y egocéntricos, así como de distintas corrientes de pensamiento— es absolutamente inválida, eso significaría el fin de todas las ideologías dañinas. Quienes sistematizan la maldad y la practican, serían entonces incapaces de defenderse diciendo »pero esta es una ley de la naturaleza«: su visión del mundo, sórdida, inmisericorde y egocéntrica, perdería todo respaldo científico.
Finalmente, cuando el darwinismo, raíz de las ideologías perniciosas, sea derrumbado, sólo quedará la verdad: todos los seres humanos y el mismo universo fueron creados por Dios. La gente que comprenda esto se dará cuenta que la única realidad está en el Libro Santo que El nos envió. Cuando una gran mayoría de la gente llegue a comprender esta verdad, los sufrimientos, disturbios, masacres, desastres, injusticias y pobreza del mundo serán reemplazados por el discernimiento, la claridad, la riqueza, la abundancia de bienes y la salud. Es por eso que las ideas falsas y dañinas para la humanidad deben ser derrotadas y sacadas de raíz por medio de la idea santa que embellecerá al género humano. Responder con piedras a quienes nos las arrojan, devolver golpe por golpe, contestar la agresión con una agresión mayor, no es la solución. La solución es destruir las ideas de quienes abrigan las maldades mencionadas y explicar, con paciencia y amablemente, la verdad con la que se debe reemplazar lo erróneo.
El objetivo que persigue este libro es hacer ver a aquellos que sostienen el darwinismo qué es lo que están defendiendo realmente —independientemente que conozcan o no su rostro tétrico— y explicarles la responsabilidad que deben enfrentar. También busca advertir del peligro que encierra a los que no lo aceptan pero no lo ven como una amenaza para la humanidad.

NOTAS

1.- Robert Wright, The Moral Animal, Vintage Books, New York; 1994, p. 7. 

Breve Historia Del Darwinismo

Breve Historia Del Darwinismo

Antes de ocuparnos del sufrimiento y los desastres que el Darwinismo trajo al mundo, veamos brevemente su historia. Muchos creen que la teoría de la evolución, presentada como tal por primera vez por Charles Darwin, es una teoría fundamentada sobre firmes evidencias científicas, la observación y el experimento. Pero así como el originador de la misma no es Darwin, la fuente de la que se nutre tampoco tiene el carácter de comprobación científica.
En la época de la civilización mesopotámica, cuando las religiones adoradoras de ídolos eran hegemónicas, abundaban las supersticiones y los mitos respecto a los orígenes de la vida y el universo: uno de ellos era la creencia en la »evolución«. Según la épica de Enuma-Elish que se remonta a los sumerios, hubo una tremenda inundación y de allí surgieron de modo repentino los dioses llamados Lahmu y Lahamu que se crearon a sí mismos. Luego se convirtieron en universales y dieron lugar a la existencia de otros elementos y criaturas vivientes. En otras palabras, según el mito sumerio, la vida apareció de modo repentino a partir del caos acuático inanimado para luego evolucionar y desarrollarse.
Podemos ver que esta creencia exhibe una estrecha relación con el supuesto de la teoría de la evolución en cuanto a que »lo viviente se desarrolló y evolucionó de lo no viviente«. Observamos entonces que la idea evolucionista no es original de Darwin sino de los idólatras sumerios.
Uydurma Evrim Haberleri
 
Una representación del dios del agua sumerio. Al igual que los sumerios, los darwinistas creen que la vida surgió del agua por casualidad. En otras palabras, ven al agua como un dios que creó vida.
A posteriori encontró más espacio en otra civilización idólatra, es decir, la Grecia Antigua. Los filósofos griegos materialistas de la antigüedad consideraban que lo único que existía era la materia. Recurrieron al mito de la evolución heredada de los sumerios para explicar cómo apareció lo viviente. De ese modo, en la Grecia Antigua se dieron la mano la filosofía materialista y el mito de la evolución. De allí fue llevado a la cultura romana.
Ambos criterios, cada uno de ellos un mito perteneciente a culturas idólatras, se presentaron luego en el mundo en el siglo XVIII. Algunos pensadores europeos que estudiaron las fuentes de la Grecia Antigua estaban vinculados al materialismo. El rasgo común de esos pensadores era su oposición a la religión.
En ese marco, la primera persona que toma en consideración la teoría de la evolución de modo razonado fue el biólogo francés Jean Baptiste Lamarck, quien propuso que todas las criaturas vivientes surgieron a través de la evolución, una de otra, por medio de pequeños cambios a lo largo de sus vidas. Más tarde se comprendió que eso era falso. De todos modos, una persona llamada Charles Darwin repitió las suposiciones de Lamarck con mínimas variantes.
Darwin dio a conocer su teoría en »El Origen de las Especies«, publicado en Inglaterra en 1859. Allí se presentaba el mito de la evolución proveniente de los sumerios, con ciertas particularidades. Darwin suponía que todas las criaturas vivientes se originaron a partir de un ancestro que nació por casualidad en el agua y fueron adquiriendo sus características propias a través de pequeños cambios que acaecieron también casualmente.
Uydurma Evrim Haberleri
 
Los darwinistas, al igual que las sociedades idólatras, creen que la vida apareció por casualidad en el agua como resultado de sucesos naturales. Según ese supuesto absurdo, los átomos se reunieron fortuitamente en el "caldo de cultivo" primitivo y "decidieron" crear criaturas con vida.
Esa pretensión de Darwin no ganó una aceptación generalizada entre los científicos de aquella época. En particular, los expertos en fósiles eran conscientes de que la conjetura de Darwin no era más que producto de la fantasía. No obstante, a medida que transcurría el tiempo, la teoría de Darwin empezó a ganar fuerza en distintos círculos. Ello se debió a que él y su teoría proveían los fundamentos que estaban requiriendo las fuerzas gobernantes del siglo XIX.

El Motivo que Lleva a la Aceptación del Darwinismo es Ideológico

Cuando Darwin publicó »El Origen de las Especies« y presentó su teoría de la evolución, la ciencia estaba muy en pañales. Por ejemplo, la célula, que hoy día se sabe posee un sistema estructural sumamente complejo, era visible solamente como una mancha a través de los microscopios rudimentarios que se usaban entonces. Por eso Darwin no tuvo ningún problema en suponer que la vida se produjo por casualidad a partir de la materia no viviente.
De la misma manera, la insuficiencia de registros fósiles en esa época hizo posible suponer que las criaturas vivientes provinieron una de otra por medio de cambios muy pequeños y sucesivos. Pero hoy día se sabe que nada en los registros fósiles ofrece evidencia alguna que apoye los supuestos de Darwin. Hasta hace poco los evolucionistas enfrentaban ese dilema diciendo: »Dichas evidencias se encontrarán en el futuro«. Pero actualmente no pueden valerse de esa explicación. (Más información sobre el tema ver en el capítulo »La Equivocación del Evolucionismo«).
Sea como sea, entre los darwinistas no hubo ningún cambio en su adhesión a la teoría de la evolución. Desde aquella época hasta ahora cada uno heredó de otros la fidelidad a Darwin durante los últimos 150 años.
Ahora bien, ¿cuál es la razón para que el darwinismo siga siendo admitido, a pesar de que su invalidez científica es ahora abiertamente manifiesta?
Uydurma Evrim Haberleri
 
Los microscopios del siglo XIX, comparándolos a los disponibles hoy día, eran realmente primitivos y las células se veían sólo como manchas, según se ve en la foto.
El rasgo más definido de la teoría de Darwin es la negación de la existencia de un Creador. Según la teoría de la evolución la vida se originó por sí misma de manera casual, a partir de la materia ingénita. Este supuesto del darwinismo proveyó un falso fundamento científico a todas las filosofías ateas, comenzando por la materialista. Hasta el siglo XIX la gran mayoría de los científicos consideraban a la ciencia como un método de aprender y descubrir la creación de Dios. Como dicho criterio estaba ampliamente extendido, los filósofos materialistas y ateos no podían encontrar fundamentos apropiados sobre los que establecerse. Entonces la teoría de la evolución se les presentó como una formidable oportunidad puesto que negaba la existencia del Creador y proveía un apoyo, aunque ilusorio, a las creencias materialistas y ateas. Esas creencias se identificaron entonces con el darwinismo y adaptaron la teoría de la evolución a sus ideologías.
Uydurma Evrim Haberleri
 
Charles Darwin
Otro argumento del darwinismo, además del rechazo de la existencia de Dios, venía muy bien a las ideologías materialistas del siglo XIX: »El desarrollo de los criaturas vivientes se vincula a la lucha por la vida en la naturaleza. Esta lucha favorece al más fuerte. El débil está condenado a la derrota y a la extinción«.
Esto revela claramente la cooperación del darwinismo con las ideologías que trajeron al mundo dolor y desastres.

El Darwinismo Social: La Adaptación de la Ley de la Jungla al Comportamiento Humano

Uno de los supuestos más importante de la teoría de la evolución es que fundamenta el desarrollo de las criaturas vivientes en la »lucha por la supervivencia«, lucha inmisericorde que según Darwin se presenta en la naturaleza como un conflicto eterno. El fuerte se puede desarrollar porque se impone siempre al débil. El título completo de su libro compendia ese punto de vista: »El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural o la Preservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida«.
La fuente de inspiración de Darwin en la materia fue el libro del economista inglés Thomas Malthus, »Ensayo Sobre el Principio de la Población o Revista de sus Efectos Pasados o Presentes Sobre la Felicidad del Hombre« (1803). Este libro indica que a la humanidad le espera un futuro más bien tétrico. Malthus había calculado que, librada a sí misma, la población del mundo aumentaría a una velocidad enorme. La cifra se duplicaría cada 25 años. Pero las provisiones de alimentos no aumentarían en la misma proporción de ninguna manera. En este caso la humanidad enfrentaría el peligro permanente de la hambruna. Según Malthus, las fuerzas que mantendrían bajo control el crecimiento poblacional eran los desastres como las guerras, el hambre y las enfermedades. En resumen, para que cierta cantidad de gente viva, resultaba necesario que otras mueran. La existencia, entonces, significa »guerra permanente«.
Darwin declara que fue el libro de Malthus el que lo hizo pensar acerca de la lucha por la existencia:
»En octubre de 1838, es decir, quince meses después que había comenzado mi pesquisa, leí como pasatiempo lo escrito por Malthus sobre la población. Como estaba preparado para apreciar la lucha por la existencia que ocurre en todas partes, debido a mi continua y larga observación de los hábitos de los animales y de las plantas, inmediatamente me hizo dar cuenta que bajo esas circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser preservadas y las desfavorables destruidas. El resultado de esto sería la formación de nuevas especies. Entonces, finalmente, disponía de una teoría por medio de la cual llevar adelante mis especulaciones«2.
En el siglo XIX, realmente, las ideas de Malthus habían sido adoptadas por mucha gente. En particular, los intelectuales de la clase alta europea sostenían las ideas maltusianas. La importancia dada a las mismas en la Europa de entonces, está expresada en el artículo Antecedentes Científicos del Programa Nazi de »Purificación de la Raza«:
«A mediados del siglo XIX se reunieron los miembros de las clases gobernantes a lo largo de toda Europa para discutir el reciente descubrimiento del ‘problema poblacional’ y determinar las formas de implementación del mandato maltusiano de aumentar la tasa de mortalidad de los pobres. »En vez de recomendar a los pobres el hábito de la pulcritud, deberíamos animarlos a hacer lo contrario. Deberíamos hacer las calles más estrechas en nuestras ciudades, conseguir que se amontonen más personas en cada vivienda e inducir el retorno de las plagas. En el campo deberíamos construir las aldeas cerca de aguas estancadas y, en particular, animar a realizar asentamientos en todo tipo de zonas insalubres y con ciénagas«, etc.»3.
Uydurma Evrim Haberleri
 
Tomás Malthus, quien influyó en la forma de pensar de Darwin, decía que la guerra y la escasez equilibraban el rápido crecimiento de la población mundial.
Como resultado de esa política cruel, el fuerte derrotaría al débil en la lucha por la supervivencia, lo cual pondría coto rápidamente al crecimiento poblacional. El programa de »aplastar al pobre« fue llevado a la práctica en Inglaterra en el siglo XIX. Se creó un sistema industrial donde se hacía trabajar en las minas de carbón a niños de 8 ó 9 años 16 horas por día. Allí murieron miles de ellos debido a las malas condiciones laborales. La supuesta »lucha por la supervivencia«, que la teoría de Malthus determinó como necesaria, condenó en Inglaterra a millones de pobres a sobrellevar una vida llena de sufrimientos.
Darwin, influenciado por Malthus, aplicó ese criterio a toda la naturaleza y, aceptando que dicha lucha existía realmente, propuso que debía ser ganada por los más fuertes y aptos. Esta reivindicación de Darwin incluía todo lo vegetal, animal y humano. También enfatizó que esa lucha por la supervivencia era una ley natural permanente e inmodificable. Y por medio de negar la creación, invitaba a la gente a abandonar sus creencias religiosas, con el propósito de que también abandonen todos los principios éticos que podían ser un obstáculo a esa cruel »lucha por la supervivencia«.
Es por esto que la teoría de Darwin encontró el apoyo del Establishment desde el mismo momento en que se presentó. Ese respaldo lo consiguió primero en Inglaterra y luego en el resto de Occidente. Los imperialistas, los capitalistas y otros materialistas no demoraron en hacer suya esta teoría, pues proveía una justificación »científica« al sistema político y social que ellos fundaron.
Poco tiempo más tarde la teoría de la evolución pasó a ser el único criterio en todos los campos de interés social, desde la sociología a la historia, desde la psicología a los asuntos políticos. En todos los campos las ideas básicas eran las consignas de »lucha por la supervivencia« y »supervivencia del más apto«: partidos políticos, naciones, administraciones, firmas comerciales e individuos empezaron a vivir bajo el influjo de esos lemas. Puesto que las ideologías gobernantes se habían identificado con el darwinismo, la propaganda darwinista empezó a ser llevada a cabo en todos los ambientes, desde el educacional al artístico, desde el político al histórico. Fue un intento por establecer vínculos entre todos los temas y el darwinismo, de modo que todo sea considerado a la luz del mismo. Como resultado de ello, incluso la gente que no conocía nada del darwinismo comenzó a vivir según el modelo de sociedad propuesto.
El propio Darwin recomendó que sus criterios evolucionistas se apliquen a la comprensión de la moral y de las ciencias sociales. En una carta a H. Thiel escrita en 1869, decía:
»Fácilmente comprenderá el gran interés que despierta en mí el ver que usted aplica a las cuestiones morales y sociales puntos de vista análogos a los que he usado respecto a la modificación de las especies. No se me había ocurrido que mis ideas podían aplicarse a temas tan ampliamente distintos e importantes«4.
Al aceptarse que la lucha en la naturaleza estaba en la esencia del ser humano, todos los tipos de conflictos producidos por el racismo, el imperialismo, el fascismo y el comunismo, así como los esfuerzos de los poderosos materialmente por aplastar a los que parecían más débiles, pasaban a tener una explicación “científica”. A partir de ese momento era imposible censurar u obstruir a esos que llevaban a cabo bárbaras masacres, que trataban como animales a los seres humanos, que enfrentaban a unos pueblos contra otros, que despreciaban a mucha gente debido a su raza, que clausuraban pequeños negocios en nombre de la competitividad y que se negaban a extender una mano de ayuda al necesitado. Y esa imposibilidad de censurarlos surgía del hecho de que lo que hacían estaba de acuerdo con una »ley natural científica«.
Esta nueva »consideración científica« pasó a ser conocida como »Darwinismo social«. Uno de los principales científicos evolucionistas de nuestra época, el paleontólogo norteamericano Stephen Jay Gould, acepta esa verdad al decir que después de aparecer »El Origen de las Especies« en 1859, »principalmente, bajo la bandera de la ciencia, se argumentaría a favor de la esclavitud, el colonialismo, las diferencias raciales y la lucha de clases«5.
Yaratılış Atlası
Aquí hay algo a lo que se debe prestar una gran atención. Todos los períodos de la historia humana han visto guerras, atrocidades, brutalidades, racismo y conflictos. Pero también en todas las épocas existió una religión divina enseñando a los pueblos que proceder de esas maneras era incorrecto, llamándolos en consecuencia a la paz, la justicia y la tranquilidad. Dado que los seres humanos conocían una religión divina, al menos tenían un criterio que les permitía comprender que iban por un camino equivocado cuando se entregaban a la violencia. Pero a partir del siglo XIX Darwin señaló que la contienda por los beneficios materiales, así como la injusticia, tenían cierta justificación científica. Dijo que todo ello era parte de la naturaleza humana, que el ser humano acarreaba desde sus ancestros tendencias salvajes y agresivas y que también se aplicaba a la humanidad las leyes que hacían que sobrevivan los animales más fuertes y belicosos. Fue bajo la influencia de esas ideas que las guerras, los sufrimientos y las masacres empezaron a afectar de un modo distinto a gran parte del mundo. El darwinismo apoyó, alentó y respaldó las formas en que se concretaban todos esos actos que produjeron en el planeta dolor, derramamiento de sangre y opresión, señalándolos razonables y justificados. Como resultado de ese respaldo supuestamente científico, todas las ideologías peligrosas se desarrollaron y se hicieron cada vez más fuertes, estampando sobre el siglo XX la leyenda »época de sufrimiento«.
Uydurma Evrim Haberleri
 
LA OPRESION EN TODO EL MUNDO
"Gracias" al darwinismo se aceptó la mentirosa afirmación de que el conflicto y la agresividad es parte ineludible de la naturaleza humana. Como un triste resultado de ello, guerras mundiales, matanzas y todo tipo de brutalidades fueron disfrazadas como eventos supuestamente justificables científicamente, por lo que el siglo XX se convirtió en un período de sufrimiento e inhumanidad.
Uydurma Evrim Haberleri
 
UN BALANCE DOLOROSO
Según el darwinismo social, el débil, el pobre, el enfermo y el perezoso, deben ser eliminados sin misericordia. Los darwinistas sociales creen que eso es necesario para la evolución de la humanidad. Una de las razones por la que en el siglo XX quedaron sin respuesta los pedidos de auxilio de millones de personas, desde Etiopía a Bosnia, fue esta ideología que se impuso brutalmente sobre las sociedades.
El profesor de historia Jacques Barzun evalúa en su libro »Darwin, Marx, Wagner« las causas culturales, científicas y sociológicas de la terrible quiebra moral del mundo moderno. Es llamativo lo que dice Barzun allí en cuanto a la influencia de las ideas darwinistas:
»entre 1870 y 1914 en todos los países europeos hubo una facción militarista que demandaba armamento, una facción individualista que demandaba una competencia despiadada, una facción imperialista que demandaba manos libres sobre los pueblos retrasados, una facción socialista que demandaba la conquista del poder y una facción racista que demandaba la purga interna de lo ‘extraño’. Cuando el llamado a la gloria y a la voracidad fracasaba, e incluso antes, se invocaba a Spencer y a Darwin, lo que era, por decirlo así, la ciencia encarnada… El decurso de la vida era biológico, era sociológico, era darwiniano«6.
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El profesor de historia Jacques Barzun, autor de "Darwin, Marx, Wagner"
En el siglo XIX, cuando Darwin hizo conocer su suposición de que la vida no fue creada sino que apareció por casualidad y que los seres humanos tenían un ancestro común con los animales, habiendo emergido los primeros como el organismo más desarrollado debido a coincidencias casuales, posiblemente la mayoría de la gente no podía imaginarse en aquel momento a qué daría lugar esa conjetura. Pero en el siglo XX la resultante de esa suposición se concretó en experiencias terribles. Quienes consideraban a los seres humanos como animales desarrollados no vacilaron en pisotear al débil, en acabar con el enfermo y el disminuido, en llevar a cabo masacres para exterminar a las razas que consideraban distintas e inferiores. Hicieron todo eso porque una teoría con el disfraz de »científica« les dijo que se trataba de una »ley natural«.
Así comenzaron en algunas partes los desastres producidos por el darwinismo. Luego, aceleradamente, se expandieron por todo el mundo. Debemos tener en cuenta que en el siglo XIX la gran mayoría de la gente creía que Dios era el creador de todas las criaturas vivientes y que el ser humano poseía un alma, también creada por Dios, hasta que el materialismo y el ateísmo se desarrollaron y fortalecieron por medio del apoyo que recibieron del darwinismo. Anteriormente, a todos los seres humanos, de cualquier raza o pueblo, se los veía como creaciones de Dios. Sin embargo, la pérdida de la religión, producida y fortalecida por el darwinismo, dio relevancia a grupos sociales con criterios inhumanos y competitivos que no daban ninguna importancia a las normas morales pues consideraban a las personas solamente como animales muy desarrollados. Quienes negaban que tenían cierto tipo de responsabilidades frente a Dios, produjeron una cultura donde se justifica cualquier tipo de egoísmo. De esa cultura nacieron muchos »ismos« que fueron y son una verdadera calamidad para la humanidad.
En las páginas siguientes examinaremos esas ideologías que encontraron una justificación en el darwinismo, la estrecha relación entre ambos factores y lo que le ha costado al mundo esa cooperación.

NOTAS

2.- Anton Pannekoek, Marxism and Darwinism, Traducido por Nathan Weiser, Chicago, Charles H. Kerr and Company, 1912, http://csf.colorado.edu/psn/marx/Other/Pannekoek/Archive/1912-Darwin 
3.- Theodore D. Hall, The Scientific Background of the Nazi "Race Purification" Program, http://www.trufax.org/avoid/nazi.html 
4.- Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, D. Appleton and Co., 1896, vol. 2, p. 294. 
5.- Stephen Jay Gould, The Mismeasure of Man, W. W. Norton and Company, New York, 1981, p. 72. 
6.- Jacques Barzun, Darwin, Marx, Wagner, Garden City, N. Y.: Doubleday, 1958, pp. 94-95, citado en Henry M. Morris, The Long War Against God, Baker Book House, 1989, p. 70. 

El Racismo De Darwin Y El Colonialismo

El Racismo De Darwin Y El Colonialismo

Un amigo cercano de Darwin, el profesor Adam Sedgwick, fue una de las personas que advirtió sobre los peligros a los que daría lugar la teoría de la evolución. Hizo notar, después de leer y digerir »El Origen de las Especies«, que »si este libro llegase a encontrar la aceptación generalizada de la gente, ello iría acompañado de una bestialización de la raza humana como nunca se había visto antes«7. Ciertamente, el paso del tiempo demostró que Sedgwick tenía razón. El siglo XX pasó por la historia como una época siniestra puesto que las personas sufrieron masacres por el simple hecho de su origen étnico o el color de la piel.
Uydurma Evrim Haberleri
 
El Profesor Adam Sedgwick
Por supuesto, mucho antes que Darwin ya se habían producido discriminaciones y atrocidades por los mismos motivos. Pero el darwinismo concedió a esa discriminación una falsa respetabilidad y legitimidad científicas.

»La Preservación de Las Razas Favorecidas…«

La mayoría de los darwinistas de nuestros días reivindican que Darwin nunca fue racista sino que los racistas comentaron sus ideas de modo tendencioso con el propósito de encontrar con que sustentar sus propios puntos de vista. Los darwinistas conjeturan que la expresión »Por Medio de la Preservación de las Razas Favorecidas« en el título del libro conocido en general como »El Origen de las Especies«, vale solamente para los animales. De todos modos, quienes dicen eso parecen ignorar lo que dijo Darwin en su libro acerca de la raza humana.
Según lo allí mencionado, el desarrollo y progreso de ciertas razas respecto al resto, representa los distintos estadios de la evolución de las mismas. A las más atrasadas se las llegó a considerar en un nivel muy próximo al de los monos.
Darwin supuso que »la lucha por la supervivencia« se aplicaba también a las razas humanas. Las »favorecidas«, que según Darwin eran las blancas europeas, emergieron victoriosas. En cuanto a las africanas y asiáticas, se habrían quedado rezagadas en la lucha por la supervivencia. Incluso Darwin aventuró su futuro al decir que desaparecerían completamente en esa lucha de carácter mundial:
»En algún momento de un futuro no muy distante como para medirlo en siglos, casi con toda certeza las razas humanas civilizadas exterminarán y reemplazarán a las salvajes en todo el mundo. Al mismo tiempo, los monos antropomorfos… sin duda, serán exterminados. La diferencia entre el hombre y sus allegados más cercanos se presentará entonces más amplia, porque será la que corresponderá entre el ser humano con una civilización incluso mayor —como es de esperar— que la de los caucásicos y la de algunos monos tan inferiores como el mandril, en vez de como se presenta ahora entre el negro africano o el australiano y el gorila«8.
En otra parte de »El Origen de las Especies« Darwin también aventuró que era necesario que las razas inferiores desaparezcan y que para nada era conveniente que los pueblos desarrollados intentasen protegerlas para que sigan viviendo. Comparó esta situación con la actitud de los que se dedicaban a la cría de animales:
»Entre los salvajes, el débil, físicamente o de entendimiento, es rápidamente eliminado, y los que sobreviven exhiben normalmente un estado de salud vigoroso. En cambio nosotros, las personas civilizadas, hacemos los mayores esfuerzos por controlar ese proceso de eliminación. Construimos asilos para los imbéciles, tullidos y enfermos. Instituimos leyes protectoras del pobre y nuestros médicos se exigen al máximo en sus capacidades para salvar la vida de cada uno hasta el último momento. Hay razones para creer que la vacunación ha preservado a muchas individuos de constitución física débil, que de otro modo habrían sucumbido ante enfermedades comunes (viruela, etc.). De ese modo los miembros débiles de las sociedades civilizadas propagaron su linaje. Nadie que haya prestado atención a la cría de animales domésticos dudaría que esto (el cuidado de los débiles) tiene que ser muy nocivo para la raza humana«9.
Como hemos visto, en »El Origen de las Especies« Darwin consideró a los nativos de Australia y a los negros, prácticamente, en un pie de igualdad con los monos y sostuvo que debían desaparecer. En cuanto a esas otras razas que consideraba »inferiores«, opinaba que era esencial impedir su multiplicación, de modo que terminen extinguiéndose. Vemos así que el racismo y la discriminación con los que nos encontramos aún hoy día, fueron aprobados y justificados por Darwin en su momento.
En cuanto a la tarea que le tocaba a las »personas civilizadas«, según las ideas racistas de Darwin, era la de acelerar un poco ese período evolutivo, como veremos a continuación, por lo que no habría ninguna objeción, desde el punto de vista »científico«, en hacer desaparecer lo más pronto posible a aquellos que de todos modos van en ese camino.
Uydurma Evrim Haberleri
 
El viaje hecho por Darwin reveló su faceta racista. Por ejemplo, consideró que el término "animales salvajes" se adecuaba a las tribus cuyas capacidades y culturas ya habían sido discutidas por otros investigadores.
El aspecto racista de Darwin se exhibe en muchos de sus escritos y observaciones. Por ejemplo, lo manifiesta al describir a los nativos de Tierra del Fuego, observados en su largo viaje iniciado en 1831. Los describió como criaturas »totalmente desnudas, bañadas en tinturas, comiendo lo que encontraban al igual que los animales, descontroladas, crueles con todos aquellos ajenos a su tribu, sintiendo placer al torturar a sus enemigos, ofreciendo sacrificios sangrientos, asesinando a sus hijos, maltratando a sus esposas, llenos de supersticiones escabrosas«. Pero el investigador W. P. Snow, que había viajado a la misma región diez años antes, presenta un cuadro muy distinto. Dice que los nativos fueguinos eran »sujetos muy bien parecidos, enamorados de sus hijos, en posesión de algunos implementos muy ingeniosos. Reconocían algún tipo de derecho sobre la propiedad y aceptaban la autoridad de varias de las mujeres más ancianas«10.
Es este profundo racismo de Darwin lo que hace constar Benjamin Farrington en »Qué Dijo Darwin Realmente« al expresar que habló mucho de »las grandes diferencias entre los seres humanos de razas distintas« en »El Origen del Hombre y la Selección Sexual«11.
Por otra parte, la teoría de Darwin, que niega la existencia de Dios, ha sido la causa principal de que mucha gente no perciba que el ser humano es producto de Su creación y que todas las personas fueron, son y serán creadas en un pie de igualdad. Este fue uno de los factores que hizo que el racismo ganara fuerza y se lo aceptara aceleradamente de manera generalizada. El científico norteamericano James Ferguson pone de relieve el estricto vínculo entre la negación de la creación y la aceptación del racismo:
»La nueva antropología se convirtió rápidamente en el respaldo teórico de una de las dos escuelas de pensamiento opuestas respecto al origen del ser humano. La más antigua y establecida es la que sostiene la ‘monogénesis’, es decir, la creencia en que toda la humanidad, independientemente del color de la piel y otras características, desciende directamente de Adán y del acto de creación singular y original de Dios. La monogénesis fue promulgada por la Iglesia y aceptada universalmente hasta el siglo XVIII, momento en que la oposición a la autoridad teológica empezó a fomentar la teoría rival denominada ‘poligénesis’ (es decir, la teoría de la evolución), la cual sostiene que las distintas comunidades raciales tienen desarrollos diferentes«12.
La antropóloga hindú Lalita Vidyarthi explica cómo la teoría de la evolución de Darwin condujo a que el racismo sea aceptado por las ciencias sociales:
»La teoría (de Darwin) de supervivencia del más apto fue recibida con entusiasmo por los científicos sociales de la época. Creían que la humanidad había atravesado varias etapas de evolución, culminando en la civilización del ser humano blanco. A mediado del siglo XIX el racismo era aceptado como una realidad por la vasta mayoría de los científicos occidentales«13.
Los darwinistas posteriores a Darwin batallaron con mucho tesón con el objeto de demostrar sus ideas racistas, en nombre de las cuales no tuvieron ningún escrúpulo en elaborar incoherencias y falsedades científicas. Pensaban que cuando »las demostrasen« habrían probado »científicamente« la superioridad y »derechos« del caso, para oprimir, colonizar y, si fuese necesario, exterminar a otras razas.
Stephen Jay Gould señala en el capítulo tercero de su libro »La Medición Incorrecta del Ser Humano« que algunos antropólogos no tuvieron problema en recurrir a la falsificación de sus datos para demostrar la superioridad de la raza blanca. Según Gould, el método que más utilizaron fue el de falsificar las medidas que habrían tenido los cerebros en los cráneos fosilizados encontrados. En su libro menciona que muchos antropólogos que suponían que el tamaño del cerebro tenía algo que ver con la inteligencia, exageraron intencionalmente las dimensiones de los cráneos caucásicos y redujeron de la misma manera las de los negros e indios14.
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Stephen Jay Gould y su libro que reveló la faceta racista de Darwin
Gould explica en »Después de Darwin« los increíbles supuestos que acometieron los darwinistas para demostrar que algunas razas eran inferiores:
«Haeckel y sus colegas también invocaron la recapitulación (es decir, la repetición de un proceso evolutivo durante el desarrollo o crecimiento) para afirmar la superioridad racial de los europeos blancos del norte. Se valieron de las evidencias de la anatomía y comportamiento humanos, usando todo lo que pudieran encontrar desde el cerebro hasta el ombligo. Herbert Spencer escribió que »los rasgos intelectuales de los incivilizados… son rasgos recurrentes en los párvulos de las personas civilizadas«. Carl Vogt lo dijo de modo más contundente en 1864: »El desarrollo que tiene lugar en el negro en lo que hace a sus facultades mentales, es (del nivel) de un niño… Algunas tribus han fundado estados con una organización peculiar. Pero en lo que hace al resto, podemos afirmar, con toda tranquilidad, que la raza (negra) en su conjunto, ni en el pasado ni en el presente realizaron nada tendiente al progreso de la humanidad o que valga la pena preservar« »15.
Y el médico anatomista francés Etienne Serres sostuvo que los machos negros eran primitivos porque sus ombligos se ubicaban en un nivel más bajo.
El evolucionista Havelock Ellis, contemporáneo de Darwin, respaldó la distinción entre razas inferiores y superiores en base a algo que se pretendía »científico«:
»Los niños de muchas razas africanas son poco o nada menos inteligentes que los niños europeos. Pero al desarrollarse se vuelven estúpidos y obtusos y en el conjunto de su vida social permanecen dentro de una rutina de poco vuelo, en tanto que los europeos mantienen mucho de su vivacidad de la infancia«16.
El antropólogo darwinista francés Vacher de Lapouge sugirió en su obra »Race et … Essais d’Anthroposociologie« (París 1909) que las clases no blancas eran descendientes de otras salvajes que no habían sido civilizadas, o también podían ser las representantes bastardeadas de clases que mezclaron su sangre. A esa conclusión se llegó midiendo los cráneos de las clases altas y bajas en los cementerios de París, ya que esas medidas determinarían si la gente tenía la propensión a ser rica, segura de sí misma y libre, o si, por el contrario, la propensión era la de ser atrasada, contentarse con poco y la de tener las cualidades de un buen sirviente. Al ser las clases el producto de la selección social, las clases altas corresponderían a las razas superiores y el grado de riqueza estaría en proporción al índice o medida del cráneo. Más adelante Lapouge hizo una profecía: »Opino que en un futuro próximo las personas se asesinarán entre sí porque sus cabezas son redondeadas o puntiagudas«17, ¡la cual se cumplió, como veremos en detalle en las próximas páginas, y el siglo XX fue testigo de las masacres llevadas a cabo por razones racistas…!
Pero el racismo no estuvo presente solamente entre los antropólogos. En esa corriente que el darwinismo había puesto en movimiento también se ubicaron los entomólogos, sosteniendo supuestos increíbles. Por ejemplo, en 1861 un entomólogo inglés llegó a la conclusión, después de recoger piojos de los cuerpos de personas que residían en distintos lugares del mundo, que los que habitaban en determinada raza humana no podían vivir en los de otra raza. Al contemplar dicho supuesto desde el nivel de la ciencia actual, no resulta más que una total ridiculez18. Si gente con el nivel de »científica« hacía esos anuncios, para nada era sorprendente que los racistas dogmáticos usasen aseveraciones completamente sin sentido, ilógicas y obtusas como la de »hasta los piojos de los negros son negros«.
En resumen, el aspecto racista de la teoría de Darwin encontró campo fértil en la segunda mitad del siglo XIX porque el »hombre blanco« europeo estaba a la espera de una teoría así para justificar sus crímenes.

El Colonialismo Británico y el Darwinismo

El país que más se benefició de las ideas racistas de Darwin fue la tierra que lo vio nacer, es decir, Gran Bretaña. Cuando presentó su teoría, ésta se había convertido en el imperio colonialista número uno del mundo. Todos los recursos naturales de un área que se extendía desde la India hasta América Latina, eran explotados por el Imperio Británico. El »hombre blanco« saqueaba el mundo para su propio beneficio. Pero, por supuesto, ni Gran Bretaña ni ningún otro país colonialista quería ser visto como »saqueador« y pasar a la historia como tal. Entonces buscaron una explicación para demostrar que hacían lo correcto. El argumento a usar podía ser presentar a los pueblos colonizados como »primitivos« o considerar a sus habitantes como »criaturas parecidas a los animales«. Con eso pretendían que la gente que masacraban y sometían a tratos bestiales no sean vistas como »seres humanos«, sino como semihumanos-semianimales, motivo por el cual lo realizado no debía considerase un crimen.
Esto no era algo nuevo: el primer colonialismo de amplia escala en el mundo se remonta a los siglos XV y XVI. El supuesto de que algunas razas tenían características semianimales fue expuesto por primera vez por Cristóbal Colón luego de su viaje a América. Según dicha presunción, los nativos en las Américas no eran seres humanos sino una especie de animales evolucionados. En consecuencia, podían ser puestos al servicio de los colonialistas españoles.
Independientemente de que a Cristóbal Colón se lo presente como una persona humana y cariñosa con los habitantes de América, el hecho es que a los nativos no los consideraba »seres humanos«19.
Cristóbal Colón fue la primera persona que inició una gran masacre en base al supuesto antedicho. A la vez que establecía colonias españolas en los lugares que descubría y sometía a servidumbre a los nativos, fue el responsable del inicio del comercio de esclavos en las tierras a las que recién arribaba. Los »conquistadores« españoles estuvieron de acuerdo con la política de opresión y explotación implementada por Colón y la continuaron: las masacres llevadas a cabo alcanzaron proporciones increíbles. Y Cortés, el más conocido de los conquistadores españoles fue la máxima expresión de esa política.
La razón para que esas masacres alcanzaran semejantes proporciones estribaba en que los indígenas no eran vistos como humanos sino como animales.
Pero ese antojo interesado de los colonialistas no tenía muchos sostenedores. En esa época en Europa se aceptaba ampliamente que todas las personas eran creadas en un pie de igualdad por Dios y que todos descendían de un ancestro, es decir, de Adán. Es por eso que la Iglesia Católica tenía una clara posición en contra de esas invasiones de pillaje y saqueo. Uno de los casos más conocido es el del obispo de Chiapas, Bartolomé de las Casas, quien llegó junto con Colón al Nuevo Mundo y dijo que cada nativo »era plenamente un ser humano«, en respuesta a la pretensión de los colonialistas de que era »una especie de animal«. El Papa Pablo III maldijo en una bula de 1537 el comportamiento salvaje con los nativos y declaró que se trataba de seres humanos en todos los sentidos, capacitados para aceptar la fe20.
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LA MASACRE DE LOS NATIVOS NORTEAMERICANOS
Con el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón, se dio inicio a una horrenda masacre de nativos.
Pero la situación cambió en el siglo XIX. En paralelo a la expansión de la filosofía materialista y al desarrollo de las sociedades alejadas de la religión, comenzó a ser negada la verdad de que los seres humanos eran creaciones de Dios. Como lo mostramos en páginas anteriores, esa posición se relaciona con la renovada manifestación del racismo.
Con la aparición de la filosofía materialista-darwinista en el siglo XIX, el racismo se desarrolló con más fuerza y brindó un gran apoyo al imperialismo europeo.
James Joll, quien durante largos años fue profesor de historia en las universidades de Oxford, Stanford y Harvard, describe en »Europa desde 1870« —su obra principal que aún es usada como libro de texto en las casas de estudio superior— la relación ideológica entre el darwinismo, el imperialismo y el racismo:
»El grupo de ideas más intensas que inspiró el concepto de imperialismo fue el que puede ser clasificado de un modo general como ‘darwinismo social’, ya que considera que las relaciones entre los estados es una lucha perpetua por la supervivencia y que algunas razas son ‘superiores’ a otras en el proceso evolutivo, proceso en el que el más fuerte tiene que defenderse por sí mismo constantemente.
En sus libros »El Origen de las Especies« publicado en 1859 y »El Origen del Hombre y la Selección Sexual« publicado en 1871, el naturalista inglés Charles Darwin promovió polémicas que afectaron a muchas ramas del pensamiento europeo… Las ideas de Darwin y de algunos de sus contemporáneos como el filósofo inglés Herbert Spencer,… fueron rápidamente aplicadas a proposiciones muy alejadas de un encuadramiento científico… El elemento del darwinismo que aparecía más aplicable al desarrollo social era la creencia de que el exceso de población respecto a los medios de provisión requería una lucha continua por la supervivencia, lucha en la que se impondría el más fuerte o el más ‘apto’. A partir de ese criterio resultaba fácil que algunos pensadores sociales le den un contenido moral al concepto de ‘el más apto’, en el sentido de que las especies o razas que sobrevivían eran las habilitadas moralmente al efecto.
Por lo tanto la doctrina de la selección natural podía asociarse muy fácilmente con otra serie de ideas desarrolladas por el escritor francés Count Joseph-Arthur Gobineau, quien publicó en 1853 ‘Ensayo sobre la Desigualdad de las Razas Humanas’. Gobineau insistía en que el factor más importante del desarrollo era el racial y que las razas que permanecieron preponderantes fueron aquellas que mantuvieron su pureza racial intacta. En consecuencia, según Gobineau, la raza aria fue la que había sobrevivido en mejores condiciones… Fue… Houston Stewart Chamberlain quien contribuyó a llevar algunas de estas ideas a un estadio más avanzado… Hitler admiraba tanto al mencionado (Chamberlain), al punto que lo visitó en su lecho de muerte en 1927«21.
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La reina Victoria y el principal agente de las masacres mencionadas, el español Cortés.
Como se ha evidenciado, hay un encadenamiento ideológico que vincula a Darwin con los pensadores racistas y con los imperialistas, hasta llegar a Hitler. El darwinismo es el fundamento ideológico de ambos imperialismos: el europeo-norteamericano de los siglos XIX y XX y el nazi del siglo XX, los cuales sumergieron al mundo en un baño de sangre.
Gran Bretaña obtuvo grandes beneficios del colonialismo y no veía ninguna razón que le obligue a reconocer los desastres que provocaba en aquellos que vivían bajo su férula. Un ejemplo de las sucias políticas del imperialismo británico lo encontramos en »La Guerra del Opio«, de agresión contra China. Gran Bretaña empezó a contrabandear a China el opio que crecía en la India, a partir del primer cuarto del siglo XIX. Ese contrabando se aceleró al punto que sus cuentas de comercio exterior pasaron del rojo a buenas ganancias. Por otra parte, el flujo de la droga dentro de China cumplía el efecto de debilitar la autoridad gubernamental sobre todo el territorio, lo cual llevó a esa sociedad asiática a un colapso de dimensiones tremendas. La prohibición del opio, que el gobierno chino tuvo que implementar después de un largo período de dudas, condujo a la primera Guerra del Opio (1828 - 1842). No hay ninguna duda de que esa guerra arrastró al país a la quiebra. China fue obligada a doblar la cerviz debido a la incapacidad de su ejército en cada confrontación con las fuerzas extranjeras, así como a aceptar sus demandas siempre crecientes. Lentamente los occidentales constituyeron asentamientos al interior del territorio chino a partir del año 1842. Compelieron a los chinos a entregarles grandes zonas portuarias (llamadas »concesiones«), les tomaron en alquiler los campos y les obligaron a abrir el país al mundo exterior de tal modo que ellos (los ingleses) obtendrían los mayores beneficios. Como una resultante de la pobreza en el país, la debilidad del gobierno y la lenta pérdida del territorio, los chinos se lanzaron a sucesivas rebeliones.
Lo sucedido en China fue solamente parte de los resultados a los que llevaba la política británica. Como producto del imperialismo británico, a lo largo del siglo XIX en regiones tan distintas como Sudáfrica, la India y Australia, se experimentaron brutales aflicciones y opresiones.
LA FABULA DEL HOMBRE DE PILTDOWN
darwin
no de los indicios más interesantes de cómo la teoría de la evolución inspiró al imperialismo británico, fue el escándalo del Hombre de Piltodown.
En 1912 se encontró en Piltodown, Inglaterra, un cráneo extraño. Charles Dawson, quien realizó el hallazgo con su equipo, declaró que pertenecía a una criatura semimonosemihumana. El conocido anatomista evolucionista Arthur Keith examinó el fósil y confirmó dicha declaración.
Dawson y Keith pusieron énfasis en un aspecto importante: la cavidad cerebral del fósil era tan grande como la del ser humano moderno, pero la mandíbula se parecía a la de un mono.
Ello llevó a que el volumen cerebral del Hombre de Piltodown se convirtiese en motivo de orgullo para los británicos, pues indicaba que habían evolucionado más que otras razas y por lo tanto eran superiores a los demás. Ese fue el motivo por el que el descubrimiento de Piltodown produjo tanto alboroto en Inglaterra. Los periódicos lo resaltaban en grandes titulares y las multitudes celebraban el descubrimiento. Por otra parte, el gobierno británico concedió a Arthur Keith la orden de caballero por su descubrimiento.
El conocido paleontólogo evolucionista Don Johanson describe la relación entre el fósil de Piltdown y el imperialismo británico: "El descubrimiento de Piltdown fue muy eurocéntrico. No solamente tenía preeminencia el volumen cerebral sino que lo tenía también el inglés" ].
La inspiración que los ingleses derivaron del Hombre de Piltdown les duró solamente hasta 1953, cuando Kenneth Oakley, el científico que reexaminó el fósil de manera detallada, reveló que era el mayor fraude del siglo XX: el fósil había sido ensamblado por medio de fijar una mandíbula de orangután a un cráneo humano.
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* ] Don Johanson, En Búsqueda del Origen Humano, 1994, WGBH Educational Foundation
La tarea de justificar ese sistema opresor de los británicos y el intento de mostrarlo como correcto, correspondió a distintos sociólogos y científicos británicos. Y Charles Darwin fue el más importante y efectivo de ellos. Fue Darwin quien conjeturó que en el proceso de la evolución han existido »razas superiores«, que éstas fueron (siempre) »blancas« y que la opresión de los »blancos« a otros era una »ley natural«.
Debido a la justificación que Darwin proveyó al colonialismo racista, el conocido científico Kenneth J. Hsü, descendiente de chinos y jefe del Departamento de Geografía del Instituto Federal Suizo de Tecnología, lo describe como »un decente científico de la Era Victoriana y miembro del establishment de una sociedad que envió embarcaciones artilladas para forzar a China por medio de la violencia a importar opio, todo lo cual se hacía en nombre de la »competencia« (es decir, el »comercio libre« y »la supervivencia del más apto«)22.

La Enemistad de Darwin Hacia los Turcos

El objetivo más importante al que apuntó el colonialismo británico a fines del siglo XIX por propia determinación, fue el Imperio Otomano.
En esa época el estado otomano gobernaba una gran área que iba desde Yemen a Bosnia-Herzegovina. Pero ya le resultaba difícil controlar esa extensión territorial que había administrado hasta entonces de manera pacífica, estable y serena. Las minorías cristianas empezaron a presentarse con ideas independentistas y potencias militares como Rusia comenzaron a intimidar a los otomanos.
En el último cuarto de siglo, Gran Bretaña y Francia reunieron a las fuerzas desafiantes. Los británicos pusieron los ojos en particular en las provincias otomanas del sur. El Acuerdo de Berlín, firmado en 1878, es una expresión de la decisión de los colonialistas europeos de desmembrar los territorios otomanos. Egipto, parte de ese territorio, fue ocupado por Gran Bretaña en 1882. El colonialismo británico dio inicio a sus planes para, posteriormente, tomar posesión de los territorios otomanos en Medio Oriente.
Como siempre, los británicos basaron sus políticas colonialistas en el racismo. El gobierno inglés trató deliberadamente de presentar al pueblo turco —el componente básico de los otomanos— y en particular al estado otomano, como »retrógrados«.
El primer ministro británico William Ewart Gladstone dijo abiertamente que los turcos eran un ejemplo de no humanos en medio del género humano, y que, en consideración de su civilización, debían hacerlos retroceder hasta las estepas asiáticas y eliminarlos de Anatolia23.
Expresiones de ese tipo y otras parecidas fueron usadas durante decenios como herramienta propagandística contra los otomanos por parte del gobierno británico, quien siempre intentó retratar al pueblo turco como atrasado. En consecuencia éste tenía que inclinar la cabeza ante las razas europeas más avanzadas.
El llamado »fundamento científico« de dicha propaganda fue Charles Darwin.
Los comentarios de Darwin sobre el pueblo turco aparecieron en el libro »Vida y Correspondencia de Charles Darwin«, publicado en 1888. Darwin propuso que eliminando las »razas retrógradas« la selección natural jugaría el papel correspondiente en el desarrollo de la civilización. Luego dijo acerca del turco exactamente lo siguiente:
»Yo podría demostrar que el combate en el proceso de selección natural ha hecho y hace más por el progreso de la civilización de lo que aparentemente ustedes están dispuestos a admitir. ¡Recuerden el riesgo que corrieron los pueblos europeos de ser dominados por los turcos hace pocos siglos, y lo ridículo que vemos esa posibilidad hoy día! Las razas llamadas caucásicas y más civilizadas han batido al turco despreciable en la lucha por la existencia. En un futuro no muy distante una innumerable cantidad de razas inferiores habrán sido eliminadas por otras superiores civilizadas en todo el mundo«24.
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LA ENEMISTAD DE DARWIN CON LOS TURCOS EN SUS CARTAS PRIVADAS
Charles Darwin usaba su teoría con el objetivo de añadir nuevos elementos a los planes políticos de Gran Bretaña en contra de los otomanos. Intentó demostrar que el pueblo turco era retrógrado. Actualmente los enemigos de los turcos aún sostienen ese absurdo de la teoría de Darwin.
Este desatino de Darwin fue usado como propaganda para apoyar la política británica de destrucción del Imperio Otomano. Y en verdad, fue efectiva. Lo expresado por Darwin en el sentido de que »el pueblo turco desaparecerá rápidamente pues es parte de la ley de la evolución«, facilitó el pretendido soporte científico a la propaganda británica dirigida a impulsar la enemistad hacia ellos.
El deseo de los británicos dio lugar a que, en lo fundamental, en la Primera Guerra Mundial tomase vida la »profecía« de Darwin. Esa guerra gigante, que se inició en 1914, tuvo su origen en los conflictos de intereses entre Alemania y Austria-Hungría por un lado y la alianza británica, francesa y rusa por otra parte. Pero uno de los objetivos más importantes de esta contienda era dividir y destruir el Imperio Otomano.
Los británicos lo atacaron desde dos frentes. El primero incluía el Canal (de Suez), Palestina e Irak, abierto con la intención de apoderarse de los territorios otomanos en el Medio Oriente. El segundo fue el de Gallípoli (Turquía), escena de una de las batallas más sangrientas de la Primera Guerra Mundial. El ejército turco combatió heroicamente en Çanakkale y perdió 250 mil hombres en la resistencia a las fuerzas enemigas reunidas por Gran Bretaña. A ese frente también enviaron tropas hindúes y unidades Anzac, las cuales pertenecían a soldados de los cuerpos militares coloniales de Australia y Nueva Zelanda, considerados »superiores« a los turcos.
Los ecos de la hostilidad de Darwin hacia los turcos continuaron resonando después de la Primera Guerra Mundial. Los grupos neonazis que atacan arteramente a los turcos en Europa, aún se inspiran en el estúpido absurdo darwinista mencionado. En Internet también se encuentran páginas de los racistas enemigos de los turcos. (Ver el capítulo »La Terrible Alianza entre Darwin y el Fascismo«).

El Racismo y el Darwinismo Social en Norteamérica

El Darwinismo Social proveyó apoyo no solamente a Gran Bretaña sino también a otros países imperialistas y racistas. Por esa razón se expandió rápidamente por todo el mundo. A la cabeza de quienes suscribieron dicha teoría estaba el presidente de los EEUU Theodore Roosevelt, principal propiciador e implementador del programa de limpieza étnica aplicada contra los nativos del territorio de América del Norte, lo que se hizo bajo el nombre de »reubicación obligatoria«. Roosevelt expuso los fundamentos de la ideología que respaldaba la masacre en el libro »El Vencedor del Oeste«, sosteniendo que era inevitable una guerra racial para terminar con los indios25. El mayor sustento para ello lo obtuvo del darwinismo, pues éste le dio la posibilidad de definirlos como una especie atrasada.
Como ya lo tenía previsto Roosevelt, no se respetó ninguno de los tratados firmados con ellos, justificándose también ese comportamiento con la teoría de »raza atrasada«. El Congreso estadounidense desestimó en 1871 todos los tratados hechos y decidió exiliarlos a tierras yermas donde podrían esperar la muerte. Si la otra parte con la que se hicieron los tratados, es decir, los nativos, no eran percibidos como seres humanos, ¿cómo podían tener validez?
Roosevelt estimó también que la mencionada guerra racial representaba el logro culminante de la expansión de los angloparlantes (anglosajones) en el mundo26.
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El presidente norteamericano Theodore T. Roosevelt estableció la ideología de la masacre en su libro "La Conquista del Oeste", y luego la implementó..
Uno de los principales proponentes del racismo anglosajón, el clérigo protestante y evolucionista Josiah Strong, empleó la misma lógica. Escribió en una oportunidad:
»Entonces el mundo entrará en una nueva etapa de su historia, es decir, a la competencia final de las razas, para lo cual están siendo aleccionados los anglosajones. Si no estoy equivocado, esta raza poderosa llegará hasta México, hasta América Central, hasta Sudamérica, a las islas, a los mares, al Africa y más allá. ¿Puede alguien dudar que el resultado de esta competencia será la supervivencia del más apto?«27.
Los principales racistas que usaron el Darwinismo Social para autojustificarse fueron los enemigos de los negros. Sus teóricos abrazaron con entusiasmo el concepto evolucionista, pues dividían a las razas en niveles, definiendo a la blanca como la superior y a la negra como la más primitiva28.
Henry Fairfield Osborn, figura principal entre esos teóricos racistas evolucionistas, escribió en un artículo titulado »La Evolución de las Razas Humanas«, que »El patrón de inteligencia del adulto negro promedio es similar al de un niño de once años de la especie Homo Sapiens«29.
Según esa lógica, los negros no tenían, en la práctica, nada de seres humanos. Carleton Coon, otro de los más conocidos proponentes del pensamiento evolucionista racista, plantea en su libro »Los Orígenes de la Raza« publicado en 1962, que las razas blanca y negra eran dos especies distintas que se separaron una de otra en el período del Homo Erectus. Según Coon, la blanca evolucionó más después de esa separación. Los sostenedores de la discriminación de los negros emplearon esa explicación supuestamente científica durante mucho tiempo.
Con la existencia de una teoría »científica« y el apoyo que le brindaba, el racismo aumentó rápidamente en los EEUU. W. E. Dubois, conocido por su oposición a la discriminación racial, dijo que »el problema del siglo XX era el de la distinción política y social entre la raza blanca y la negra«. En su opinión no era la menos importante de las paradojas que el problema del racismo hubiera emergido de un modo muy expandido en un país que quería convertirse en la democracia más grande del mundo, cosa que desde cierto punto de vista ha logrado. Pero la abolición de la esclavitud no estaba encaminada a alcanzar la fraternidad entre el negro y el blanco. Dubois cree que la discriminación oficial, establecida rápidamente, se convirtió en una situación legal de hecho, a lo que aún se le busca una salida30.
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LA OPRESION DE LOS NEGROS
El Ku Klux Klan fue el grupo que llevó a cabo los ataques más brutales contra los negros. La cadena que se exhibe en la foto fue usada para encadenar un esclavo con otro.
La aparición de las primeras leyes de discriminación racial, conocidas como »Leyes de Jim Crow« (uno de los nombres infamantes usados por los blancos para mencionar a los negros), también acaecieron en esa época. Definidamente, los negros no eran considerados seres humanos sino tratados con desdén en todas partes y despreciados. Además, esa no fue solamente la actitud de unos pocos racistas, sino que fue la actitud del estado norteamericano a través de sus leyes. Inmediatamente después de que se aprobó la primera ley de segregación racial en Tennessee en 1874, respecto al uso de ferrocarriles y tranvías, todos los estados sureños implementaron también la misma política en sus ferrocarriles. Por todas partes se veía la leyenda »Blancos Solamente«, así como los letreros que rezaban »Negros«. En verdad, todo ello no fue más que oficializar algo que ya existía. Estaba prohibido el matrimonio entre hombres y mujeres de razas distintas. Bajo la ley, la segregación era obligatoria en los hospitales, las prisiones y los cementerios. En la práctica quedaban bajo esa condición los hoteles, los teatros, las bibliotecas e incluso las iglesias y el transporte en todo tipo de vehículos. El lugar donde la segregación se sintió más agudamente fue la escuela. Esto fue lo más grave para los negros y el mayor obstáculo en su desarrollo cultural.
La práctica de la segregación racial fue acompañada por una ola de violencia. Hubo una rápida elevación del número de linchamientos de negros. Entre 1890 y 1901 fueron linchados 1300, lo que a su vez llevó a la sublevación de los mismos en varios estados.
En ese período eran de uso común las teorías y conceptos racistas. Poco después el racismo biológico norteamericano se expresaría por medio del método de medición craneal de R. B. Bean, bajo el pretexto de proteger a la gente de una nueva ola migratoria incontrolada al continente. Esto dio lugar a la manifestación de un tipo de racismo peculiar. Madison Grant, autor de »La Muerte de la Gran Raza« (1916), escribió que con la mezcla de dos razas se abría el camino a la aparición de otra más primitiva que la de tipo inferior en el cruzamiento, por lo que quería se prohibieran los matrimonios interraciales31.
Con anterioridad a Darwin ya existía el racismo en todo el mundo, incluido los EEUU. Pero como vimos, el darwinismo brindó puntos de vista y políticas racistas manifiestas en la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo, como explicamos en este capítulo, los racistas, al expresar sus opiniones, usaban como lemas las conjeturas de Darwin. Ideas que antes eran consideradas crueles, comenzaron a ser aceptadas a partir de Darwin como parte de la »ley natural«.

Las Inhumanas Políticas Racistas de Darwin El Exterminio de los Aborígenes

Los nativos de Australia son conocidos como aborígenes. Esa gente que había vivido allí durante miles de años, sufrió uno de los exterminios más grande en la historia de la expansión en dicho territorio de los colonos europeos. El fundamento ideológico de ese exterminio fue el darwinismo. Los ideólogos darwinistas habían llegado a la conclusión de que esos aborígenes eran salvajes. En consecuencia, éstos debieron soportar los tormentos y sufrimientos del caso.
En 1870, un antropólogo evolucionista del London Anthropological Review llamado Max Muller, había dividido a las razas humanas en siete categorías. Los aborígenes aparecían en la posición inferior y la raza aria, es decir, la de los europeos blancos, en la superior. H. K. Rusden, conocido Darwinista social, decía lo siguiente acerca de los aborígenes en 1876:
»La supervivencia del más apto significa que la aplicación de la fuerza o poder es lo conveniente o correcto. Por lo tanto acogemos y cumplimentamos sin remordimientos la ley inexorable de la selección cultural al exterminar a sangre fría las razas inferiores Maorí y australiana… apropiándonos de sus patrimonios«32.
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LA MASACRE DE LOS ABORIGENES
Los nativos, de Australia los aborígenes, fueron vistos por los evolucionistas como una especie humana subdesarrollada, motivo por el cual fueron masacrados
Y en 1890 el vicepresidente de la Sociedad Real de Tasmania (Australia), James Barnard, escribió: »el proceso de exterminio es un axioma de la ley de la evolución y de la supervivencia del más apto«.Por lo tanto, concluyó, no había ninguna razón para suponer que »hubo alguna negligencia culposa«en el asesinato y desahucio de los aborígenes australianos33.
Como resultado de esos puntos de vista racistas despiadados y bárbaros alimentados por Darwin, se dio inicio a una terrible masacre con el objetivo de exterminar a los aborígenes. Las cabezas de éstos eran clavadas en las entradas de los establecimientos de campo. A las familias nativas se les daba alimento envenenado. En muchas partes de Australia los poblados aborígenes desaparecieron de manera brutal en el transcurso de 50 años34.
Los objetivos políticos respecto a los aborígenes no se daban por cumplidos con las masacres. Muchos de ellos fueron tratados como animales de laboratorio. El Instituto Smithsoniano en Washington DC tenía los restos de 15 mil personas de distintas razas. Al Museo Británico fueron enviados por barco 10 mil aborígenes australianos con el objeto de ver si se trataban o no del »eslabón perdido« en la transición animal a humana.
El interés de los museos no era precisamente el material óseo: tenían cerebros de esos nativos que los vendían a precios muy buenos. También existen pruebas de que eran asesinados para usarlos como »muestras«. Lo que sigue abajo testimonia toda esa crueldad.
»Korah Wills, que se había convertido en alcalde de Bowen, en el estado de Queensland (Australia) en 1866, describió gráficamente en su lecho mortuorio cómo asesinó y descuartizó a un hombre de una tribu local el año anterior para proveerse de muestras científicas.
Edward Ramsay, encargado del Museo Australiano de Sidney durante 20 años a partir de 1874, estuvo particularmente involucrado. El Museo publicó un folleto en el que a los aborígenes se los designaba como »animales australianos«. Además de instruir sobre cómo saquear sus tumbas, explicaba cómo obturar las heridas de balas en las »muestras« recién asesinadas.
Una evolucionista alemana, Amalie Dietrich (apodada ‘Angel de la Muerte Negra’), llegó a Australia y pidió a los propietarios de las grandes granjas que le permitan matar con armas de fuego a los aborígenes para conseguir ‘productos típicos’, en especial para relleno y para las monturas de los empleados de su museo. Aunque fue expulsada por lo menos de una propiedad, al poco tiempo volvió a su país con esos ‘productos’.
Horrorizado, un misionero de Nueva Gales del Sur fue testigo del asesinato de varias docenas de hombres, mujeres y niños aborígenes por parte de la policía montada y de la reducción por cocción de las cabezas de las víctimas. Luego vio como se seleccionaban los diez mejores cráneos, se los empaquetaba y se los enviaba allende los mares«35.
El exterminio de los aborígenes continuó en el siglo XX. Entre los métodos empleados al efecto estuvo el alejamiento forzoso de los niños de al lado de sus familias. Un relato de Alan Thornhill, que apareció en el Philadelphia Daily News en la edición del 28/4/1997, se refiere al método usado contra los aborígenes:

»Relato De Capturas De Familias Aborigenes

Associated Press - Aborígenes que viven en los remotos desiertos noroccidentales de Australia tenían la costumbre de tiznar a sus hijos de piel clara con carbón vegetal con la esperanza de que los agentes de Bienestar Social del estado no los separen de ellos. ‘Los agentes te agarraban cuando te encontraban’ dijo uno de los niños arrebatados, muchos años después. ‘Nuestras familias nos querían ocultar pintándonos con carbón’.
‘Yo fui apresado en Moola Bulla’ dijo un vaquero, quien fue robado cuando era niño. ‘Teníamos 5 ó 6 años’. Su relato fue uno de los miles escuchados por la Comisión de Igualdad de Oportunidades y Derechos Humanos de Australia durante su desgarradora averiguación entre los miembros de la ‘generación robada’. Desde 1910 hasta el decenio de 1970, fueron arrebatados de sus padres unos 100 mil niños aborígenes. Los niños de piel clara eran capturados y entregados en adopción a familias blancas. Los chicos de piel obscura eran metidos en orfanatos«36.
Incluso hoy día es tan grande el dolor que produjo todo eso, que la mayoría de las historias fueron impresas en la parte final del informe de la Comisión –titulado “Conducidos a Casa”— sin dar el nombre de sus relatores. La Comisión dijo que el accionar de las autoridades de esa época significaba un genocidio, de acuerdo a como definen las Naciones Unidas dicho término. El gobierno ha rechazado la recomendación de la Comisión Investigadora en cuanto a que se establezca un tribunal para determinar el pago compensatorio por los niños robados.
Como hemos visto, el trato inhumano, las masacres, la crueldad, la ferocidad y el exterminio aplicados, estaban todos justificados por las tesis darwinistas de »selección natural«, »lucha por la supervivencia« y »supervivencia del más apto«.
Todos esos terribles procedimientos que sufrieron los nativos australianos son solamente una pequeña parte de las catástrofes que el darwinismo trajo al mundo.

Ota Benga

Después de que Darwin conjeturó en »El Origen de las Especies« que los seres humanos se habían desarrollado a partir de un ancestro común compartido con los monos, empezó la búsqueda de fósiles que hagan creíbles ese escenario. Pero algunos evolucionistas creían que criaturas »semimonos-semihumanas« se podrían encontrar no solamente en los registros fósiles sino también entre los seres vivientes en diversas partes del mundo. La búsqueda del »eslabón perdido« a principios del siglo XX fue causa de muchos actos de brutalidad. Uno de ellos es el que involucró al pigmeo Ota Benga, quien fue capturado en el Congo en 1904 por el investigador evolucionista Samuel Verner.
Dicho nativo, cuyo nombre significa »amigo« en su idioma materno, era casado y padre de dos niños. Pero fue encadenado como un animal, metido en una jaula y enviado a EEUU. Allí los evolucionistas lo pusieron en otra jaula, con distintas especies de monos, para llevarlo a la Feria Mundial de San Luis y exhibirlo como »el vínculo más cercano con el ser humano«. Dos años más tarde lo llevaron al zoológico del Bronx en New York, donde fue expuesto como »el más antiguo ancestro del ser humano« junto a algunos chimpancés, un gorila llamado Dinah y un orangután llamado Dohung. El director del zoológico, el doctor evolucionista William T. Hornaday, dio largas charlas acerca del orgullo que sentía al tener allí el »eslabón perdido«, en tanto que los visitantes al predio trataban a Ota Benga como si fuese realmente un animal enjaulado. Un ejemplar del New York Times de aquella época describe la actitud de los concurrentes al zoológico:
»El domingo en el parque había 40.000 visitantes. Casi todos, hombres, mujeres y niños, se dirigieron al albergue de los monos para ver a la principal atracción, el hombre salvaje de Africa. Lo molestaron todo el día con aullidos, burlas y alaridos. Algunos le presionaban las costillas, otros lo hacían caer y se reían de él«37.
La edición del New York Journal del 17/09/1906 decía que si bien con el prisionero se quería demostrar la teoría de la evolución, consideraba que el trato dado era una gran injusticia y crueldad:
»Esas personas nada inteligentes o consideradas, han estado exhibiendo en una jaula de monos a un ser humano, un pigmeo africano. Posiblemente la intención era inculcar una profunda enseñanza respecto al evolucionismo.
Pero en la práctica, el único resultado obtenido ha sido exponer al escarnio a la raza africana, la cual merece al menos la benevolencia y bondad de los blancos de este país después de toda la brutalidad que ha sufrido este pigmeo aquí…
Es vergonzoso y repugnante que la desgracia o la deficiencia física de un ser humano, creado por la misma Fuerza que nos puso a todos aquí y nos dotó con los mismos sentimientos y con almas similares, lo lleve a estar encerrado en una jaula con los monos, exponiéndolo a la burla del público«38.
Uydurma Evrim Haberleri
 
OTA BENGA
Ota Benga fue un nativo africano atrapado por los investigadores evolucionistas, como si se tratase de un animal, para ser metido en una jaula y exhibirlo junto a los monos en un zoológico.
El New York Daily Tribune también dio espacio al tema de la exhibición de Ota Benga en el zoológico con el propósito de demostrar la teoría de la evolución. La justificación del director darwinista del zoológico fue de una total falta de escrúpulos:
»La exhibición de un pigmeo africano junto a un orangután en la misma jaula en el Parque Zoológico de Nueva York la semana pasada, suscitó una crítica considerable. Algunas personas declararon que era un intento del director Hornaday de demostrar una estrecha relación entre los negros y los monos. El doctor Hornaday lo negó: ‘Si el pequeño sujeto está en la jaula’, dijo, ‘es porque allí está más cómodo y porque estamos indecisos respecto a qué hacer con él. En ningún sentido es un prisionero, excepto que nadie estaría de acuerdo en permitirle que se pasee por la ciudad sin que alguien lo vigile’ »39.
La exhibición de Ota Benga en el zoológico junto a los gorilas, como si se tratase de un animal, condujo al disgusto en distintos círculos sociales. Una serie de éstos pidieron a las autoridades que impidan la continuación de esa situación, ya que opinaban que Ota Benga era un ser humano al que se le estaba dando un trato muy cruel. Una de esas peticiones apareció en el New York Globe del 12/09/1906:
»Editor del Globe
Señor. Yo viví en el sur varios años y en consecuencia no estoy tan encariñado con los negros, pero los considero seres humanos. Pienso que es una vergüenza que las autoridades de esta gran ciudad permitiesen ver algo como lo del Parque del Bronx, es decir, un muchacho negro exhibido en una jaula de mono…
Todo este asunto del pigmeo debe ser investigado…
A. E. R. New York, 12 de Setiembre«40.
Otra petición donde se pide que Ota Benga sea tratado como un ser humano es la siguiente:
»La Exhibición de un Ser Humano y un Mono es Censurada por Clérigo El Rev. Mac Arthur Opina que la Exhibición es Degradante.
‘La persona responsable de esta exhibición se degrada a sí misma a la vez que degrada al africano’, dijo el Dr. Mac Arthur. ‘En vez de hacer de este hombre pequeño una bestia, debería llevarlo a la escuela para que desarrolle las facultades que Dios le dio’.
El Dr. Gilbert dijo que ya había determinado que la exhibición era un ultraje y que junto con otros pastores se unían al Dr. Mac Arthur para que ese habitante del bosque sea liberado de la jaula de los monos y sea llevado a otro lado«41.
La resultante final de todo ese trato inhumano fue el suicidio de Ota Benga. Pero aquí el problema es mayor al de un ser humano que perdió la vida. Este suceso era un claro ejemplo de la crueldad y salvajismo al que podía conducir en la práctica el racismo darwinista.
LOS ESQUIMALES Y LA IMPLEMENTACION DEL RACISMO
El conocido investigador del Artico Robert Peary llevó un grupo de esquimales a Nueva York en 1897. El más joven de ellos era un chico llamado Minik. En ese grupo se encontraban tanto el chico como el padre y fueron exhibidos durante mucho tiempo en el Museo Americano de Historia Natural. En ese período el padre de Minik murió debido a una enfermedad. El niño quedó solo y desamparado. Un día vio que en el Museo se exhibía el esqueleto del padre como "un ejemplo de especies distintas". Aunque solicitó que se le entreguen los restos de su progenitor, el petitorio fue denegado.
darwin
Es importante tener en cuenta que Robert Peary, el investigador que llevó a los esquimales a Nueva York, sostenía puntos de vista racistas. Aunque vivió entre los esquimales, sostenía abiertamente que esa gente no era igual a él. Peary argumentaba que los esquimales y los negros eran miembros de razas inferiores. Si bien eran fuertes, inteligentes, confiables y cuidaban a sus familias, no eran tan buenos como los seres humanos blancos.... Una vez escribió con gran descaro lo siguiente: "Se me ha preguntado con frecuencia: ‘¿Para qué sirven los esquimales en el mundo? Están demasiado alejados para ser de algún valor en empresas comerciales. Además, no tienen ambiciones. Aprecian la vida como lo hace un zorro o un oso, es decir, valiéndose solamente del instinto’."1. El propósito que abrigaba Peary al llevar a los esquimales a Nueva York fue explicado por otro investigador: "¿Cuál era la razón que motivó a Peary para llevar esos esquimales a Nueva York?... Posiblemente esos seis esquimales eran para él ejemplares vivos, semejantes a los esqueletos y cráneos que había reunido antes, pero de mayor interés porque por sus venas aún corría sangre... También había sentido una mórbida afinidad por los cuerpos de otros esquimales, muertos y enterrados hacía muy poco, a los que conoció personalmente y que había exhumado de sus tumbas el año anterior para trasladarlos intempestivamente y adornar con ellos los pasillos del museo"2.
Minik, Ota Benga y muchos otros cuyos nombres son desconocidos, sufrieron un trato inhumano del modo visto y de otras maneras a manos de los llamados "científicos" que consideraban a algunas razas como "inferiores".
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1.- Ken Harper, “Devuélvanme el Cuerpo de mi Padre”, Steerforth Press, South Royalton, Vermont, p. 8.
2.- Ken Harper, “Devuélvanme el Cuerpo de mi Padre”, Steerforth Press, South Royalton, Vermont, p. 22.

LA MENTALIDAD RACISTA AUN EXISTE Y OBTIENE SU FORTALEZA DEL DARWINISMO...
Atom, bilim
Muslim News / November / 2000

La Superioridad Proviene de la Condición de la Persona, No de la Sangre

En la historia humana resultó extremadamente peligroso y destructivo que Darwin retratara a los seres humanos como una especie de animales desarrollados y presentara a algunas razas con un desarrollo aún incompleto y más cercana a los animales. Quienes tomaron como una guía esas suposiciones de Darwin, oprimieron de modo inmisericorde a algunas de ellas, las forzaron a vivir bajo las condiciones más rigurosas e incluso las exterminaron.
Bryan Appleyard, autor del libro »Brave New Worlds - Genetics and Human Experience«, explica la mentalidad tiránica que subyace en el racismo y cuál es la resultante que produce:
»La cuestión es que una vez que la gente decide que eres una criatura inferior, por la razón que sea, científica o no, la crueldad que se te puede infligir no tiene límites. Y probablemente encuentren totalmente justificado llevar a la práctica ese sentimiento de crueldad, porque entre creer que alguien es un ser humano inferior y creer que es malo, hay sólo un paso. En realidad, algunos pueden generalizar este punto y llegar a insistir en que todos los seres ‘inferiores’ son peligrosos porque amenazan la vida o salud de toda la raza humana. Entonces pueden defender la esterilización, las restricciones en las uniones matrimoniales e incluso el asesinato para evitar la amenaza de la pérdida de la integridad de la especie«42.
Sin embargo, todos los seres humanos son creados iguales. Cada uno de ellos fue y es creado por Dios. El Corán expone así la creación de los seres humanos:
Que ha hecho bien todo cuanto ha creado y ha comenzado la creación del hombre de arcilla —luego se ha establecido su descendencia de una gota de líquido víl (el líquido seminal)—; luego le ha dado forma armoniosa e infundido en él de Su Espíritu. Os ha dado el oído, la vista y el intelecto. ¡Qué poco agradecido sois! (Corán 32:7-9)
Como revelan los versículos mencionados, los seres humanos llevan el alma que Dios les inspiró. Todo ser humano, sin ningún tipo de diferencia, piensa, siente, ama, sufre, experimenta y percibe el cariño, el afecto y la compasión. También todo ser humano percibe la tiranía, el desprecio y lo inconveniente. Por estas razones, quienes debido a esas historias crean que las personas de otras razas son personas semidesarrolladas y entonces las maltratan, ofendiéndolas, oprimiéndolas o explotándolas, aunque más no sea a una sola de ellas, al igual que quienes defienden esas prácticas mediante las falsas teorías y evidencias que presentan, cometen, en su ignorancia, un gran pecado.
En nuestra época existen culturas de sociedades relativamente poco desarrolladas. Se trata de gente que tiene todas las características humanas pero carecen de esos criterios que, desde el ángulo técnico y cultural, gobiernan generalmente el mundo. Por razones climáticas viven en las condiciones ambientales naturales. O viven en comunidades aisladas de la sociedad mundial en general y desarrollaron culturas muy distintas. Pero en cada una de esas personas están presentes todos los rasgos, costumbres y hábitos comunes al género humano. Quienes tienen planes ocultos o ven una ventaja en el racismo, abrazan con entusiasmo la teoría de Darwin y aceptan que algunos seres humanos son distintos y miembros de una raza inferior e incluso animales. Y esa visión llega hasta nuestros días a través de gente que oprime y desprecia como »retrógradas« a otras personas y comunidades, sobre la base de que »no han evolucionado suficientemente«.
Sin embargo, Dios prohibe absolutamente el racismo. Dios creó a todos los seres humanos y les dio colores de piel e idiomas distintos. Esto es un indicio de la destreza y la variedad en la creación de Dios:
Y entre Sus signos está la creación de los cielos y de la tierra, la diversidad de vuestras lenguas y de vuestros colores. Ciertamente, hay en ello signos para los que saben. (Corán 30:22)
A los ojos de Dios la única superioridad reside en la condición de la persona, es decir, de si se abstiene o no de todo tipo de pecado, rebelión, degeneración y desviación, con lo que la superioridad moral la deriva de su piedad. Si no es por la piedad, ningún ser humano puede ser superior a otro, cualesquiera sean las características de sus otros aspectos. Dios revela eso en el siguiente versículo:
¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme. Dios es omnisciente, está bien informado. (Corán 49:13)

NOTAS

7.- A. E. Wilder-Smith, Man's Origin Man's Destiny, The Word for Today Publishing, 1993, p. 166. 
8.- Charles Darwin, The Descent of Man, 2nd edition, New York, A. L. Burt Co., 1874, p. 178. 
9.- Charles Darwin, The Descent of Man, 2nd edition, New York, A. L. Burt Co., 1874, p. 171. 
10.- Godfrey Lienhardt, Social Anthropology, Oxford University Press, p. 11. 
11.- Benjamin Farrington, What Darwin Really Said, London: Sphere Books, 1971, pp. 54-56. 
12.- James Ferguson, "The Laboratory of Racism", New Scientist, vol. 103, (September 1984, p. 18). 
13.- Lalita Prasad Vidyarthi, Racism, Science and Pseudo Science, Unesco, France, Vendme, 1983, p. 54. 
14.- David N. Menton, Ph. D. The Religion of Nature: Social Darwinism, St. Louis Metro Voice, September 1994, Vol. 4, N 9. 
15.- Stephen Jay Gould, Ever Since Darwin, W. W. Norton and Company, New York, 1992, p. 217. 
16.- Stephen Jay Gould, Ever Since Darwin, W. W. Norton and Company, New York, 1992, p. 220. 
17.- Alaeddin Senel, Irk ve Irkilik Dsncesi (La Idea de Raza y Racismo), Ankara: Bilim ve Sanat Yayinlari, 1993, pp. 67-68. 
18.- Thomas Gossett, Race: The History of an Idea in America, Dallas: Southern Methodist University Press, 1963, p. 81 citado en Alaeddin Senel, Irk ve Irkilik Dsncesi (La Idea de Raza y Racismo), Ankara: Bilim ve Sanat Yayinlari, 1993, p. 68. 
19.- Jacques Attali, 1492, Libraire Arthme Fayard, 1991, p. 197. 
20.- Franois de Fontette, Le Racism, 6th ed. Press-es Universitaires de France, 1988, pp. 40-41. 
21.- James Joll, Europe Since 1870: An International History, Penguin Book, Middlesesx, 1990, pp. 102-103. 
22.- Kenneth J. Hs, respuesta a un comentario sobre "Darwin's Three Mistakes", Geology, vol. 15, April 1987, p. 377. 
23.- Sleyman Kocabas, Hindistan Yolu ve Petrol Ugruna Yapilanlar: Trkiyeve Ingiltere (El Camino a la India y lo Que se Ha Hecho en Consideracin del Petrleo: Turqua y Gran Bretaa), 1.baski, Istanbul, Vatan Yayinlari, 1985, p. 231. 
24.- Francis Darwin, The Life and Letters of Charles Darwin, Vol. I, 1888. New York D. Appleton and Co., 1896, pp. 285-286. 
25.- Henry M. Morris, The Long War Against God, Baker Book House, 1989, p. 70. 
26.- Henry M. Morris, The Long War Against God, Baker Book House, 1989, p. 71. 
27.- Thomas Gossett, Race: The History of an Idea in America, Dallas: Southern Methodist University Press, 1963, p. 188. 
28.- Alaeddin Senel, Irk ve Irkilik Dsncesi (La Idea de Raza y Racismo), Ankara: Bilim ve Sanat Yayinlari, 1993, pp. 85-90. 
29.- Henry Fairfield Osborn, "The Evolution of Human Races", Natural History, April 1980, p. 129 - reimpreso del nmero de January/February 1926. 
30.- Franois de Fontette, Le Racism, 6th ed. Press-es Universitaires de France, 1988, p. 101. 
31.- Franois de Fontette, Le Racism, 6th ed. Press-es Universitaires de France, 1988, p. 105. 
32.- Jani Roberts, How New-Darwinism Justified Taking Land From Aborigines and Murdering Them in Australia, http://www.gn.apc.org/inquirer/ausrace.html 
33.- Jani Roberts, How New-Darwinism Justified Taking Land From Aborigines and Murdering Them in Australia, http://www.gn.apc.org/inquirer/ausrace.html 
34.- Jani Roberts, How New-Darwinism Justified Taking Land From Aborigines and Murdering Them in Australia, http://www.gn.apc.org/inquirer/ausrace.html 
35.- Creation ex Nihilo, Vol. 14, N 2, March-May 1992, p. 17. 
36.- Philadelphia Daily News, 28 Aprol 1997. 
37.- Philips Verner Bradford, Harvery Blume, Ota Benga, The Pygmy in the Zoo, Canada, October 1993, p. 267. 
38.- Philips Verner Bradford, Harvery Blume, Ota Benga, The Pygmy in the Zoo, Canada, October 1993, p. 267. 
39.- Philips Verner Bradford, Harvery Blume, Ota Benga, The Pygmy in the Zoo, Canada, October 1993, p. 266. 
40.- Philips Verner Bradford, Harvery Blume, Ota Benga, The Pygmy in the Zoo, Canada, October 1993, p. 264. 
41.- Philips Verner Bradford, Harvery Blume, Ota Benga, The Pygmy in the Zoo, Canada, October 1993, p. 259. 
42.- Bryan Appleayard, Brave New Worlds - Genetics and Human Experience, Harper Collins Publishers, London 1999, pp. 49-50.